sábado, 31 de marzo de 2018

Los condenados de la tierra



París. En el hotel para inmigrantes
descubro un raro insecto que jamás había visto.
No es una cucaracha ni es una pulga.
Lo aplasto y brota sangre, mi propia sangre.
Al fin me encuentro contigo,
oh chinche universal de la miseria,
enemiga del pobre, diminuto
horror de infierno en vida,
espejo de la usura.
Y pese a todo
te compadezco, hermana de sangre:
no elegiste ser chinche ni venir a inmolarte
entre los condenados de la tierra.

José Emilio Pacheco


jueves, 29 de marzo de 2018

CALENDARIO


Lo malo de esta situación
­­–o lo bueno, según se mire, que todo es relativo–
es que hay que vivir al día.
Se acabaron las citas, las agendas. De pronto
nada sirve de un día para otro.
Ni tú mismo mandas. Es tu propio organismo
tu luz y tu ceguera. Nada importa que el sol
salga radiante hoy y se vista de domingo.
Hay otro calendario y otro dedo en las nubes
y has de acostumbrarte a saber que eres sombra
tú que siempre creíste en la luz del verano.

J.M Santiago Castelo

martes, 27 de marzo de 2018

Aren en paz



Pensé poner mi corazón, con una cinta
morada, encima de la montaña más alta de Europa,
para que, al levantar la frente al cielo, los hombres
viesen su dolor hecho carne, humanado.
yo mismo mis dos manos, y asentarlas
sobre la losa de una iglesia en ruinas:
así orarían por los desolados.
de guerra, clamaría por los campos
la paz del hombre, el hambre de Dios vivo,
la verdadera sed de ser eternos.
─ellos, en son de sol; ellas, de blanco─,
detrás acude la esperanza con
una cinta amarilla entre las manos.
para la muerte. Queden estos hombres.
Asome el sol. Desnazca sobre Europa
la noche. Echadme tierra. Arad en paz.


Pensé mutilarme ambas manos, desmantelarme
Después, como un cadáver puesto en pie
Noches y días suben a mis labios
Miradme bien, y ved que estoy dispuesto

Blas de Otero

lunes, 26 de marzo de 2018

El patio



sabrás que lo que queda
es tan sólo una ausencia compartida
un otoño más lento que este otoño
han brotado sin ti
un par de rosas nuevas en el patio
han nacido sin ti
tú ya no puedes
pedirle a alguien que te las acerque
que las coloque en un vaso con agua
ahí frente a tus ojos
ya no puedes mirar
ni las rosas del patio
ni la grieta del muro
que se abre sin ti
sin que tus manos puedan hacer nada
para cerrar la herida
no hay silencio más rígido
que el de este patio ahora
sin ti
muda soledad que no cobija
que se impone como luz desconchada
que olvidara la cal de donde nace
como ese óxido
que arraiga para siempre en el desagüe
va cayendo la tarde desatenta
ajena a la derrota
que crece desde ti confusamente
y ajena también a la quietud de los geranios
que tus manos podaban
a la desolación
sabrás que lo que queda es el fulgor
de la presencia tuya en las dos rosas
marchitas en el vaso

Ángel Campos Pámpano




domingo, 25 de marzo de 2018

La sentencia

 
Lo malo de esta situación
­­–o lo bueno, según se mire, que todo es relativo–
es que hay que vivir al día.
Se acabaron las citas, las agendas. De pronto
nada sirve de un día para otro.
Ni tú mismo mandas. Es tu propio organismo
tu luz y tu ceguera. Nada importa que el sol
salga radiante hoy y se vista de domingo.
Hay otro calendario y otro dedo en las nubes
y has de acostumbrarte a saber que eres sombra
tú que siempre creíste en la luz del verano.

 J.M. Santiago Castelo

viernes, 23 de marzo de 2018

Yo soy la mujer


Yo soy la mujer
Yo grabé las figuras en la pared de las cavernas
Descueré a las bestias y curtí sus pieles
Yo cocí la carne y la sequé para servirla en las noches frías del invierno
Cosí con los tendones y agujas de sus huesos el calzado de los padres de mis hijos
Los guerreros que me forzaron. Los valientes cazadores
Los jefes de los clanes. Los chamanes. Los bufones

Yo soy la mujer
Yo limpié sus mocos y su semen
Yo amamanté a sus bestias huérfanas. Y a las mías
Yo mantuve vivo el fuego
Amasé el barro de sus vasijas y las levanté, y las llené, y llené sus bocas y sus vientres
Y lo seguí hasta las trincheras para coser su camisa y sus heridas
Para llenar sus balas y secar sus ojos de la muerte

Yo soy la mujer
La esclava invisible
La niña mutilada por elhombredelacuchillasucia
La puta lapidada
La bruja de la hoguera
La loca amordazada
La concubina

Yo soy la mujer
Nunca en mí
Nunca mi dueña
Siempre en otras manos mi destino
Mi cuerpo
Mi esperanza
cercenada desde el centro

Yo soy la mujer
Yo caliento la cama de los hombres
Yo madrugo para besar su frente a pesar de su silencio
Y podría comprender su miradausentedegarrasdespiadadas
pero no quiero
No cerraré los ojos por más tiempo
ni ofreceré mi cerviz otro milenio

Viraré mi rumbo al sur de su camino
No voy a restañarlo de más guerras
Dejaré mi carga espesa de dolor y culpa y que la mar se lleve el pus del tiempo

Yo soy la mujer
Y con mis manos de tierra y miel
amasaré las horas y el pan cada mañana
Y un día cantaré

María Gutiérrez

miércoles, 21 de marzo de 2018

LA OTRA ORILLA



Cuando ya estás cansado
de tanta medicina,
de tanta prueba clínica,
de tan modernas técnicas
y el dolor sigue ahí
bailando entre las goteras
de lo que fue tu cuerpo,
piensas si no sería
mucho mejor que bueno
dejar todo tirado,
marcharte suavemente
y desde la otra orilla
contemplar este mundo
que dejó de ser tuyo.
Sin dolor ni nostalgia.

José Miguel Santiago Castelo

lunes, 19 de marzo de 2018

SOY




Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es de uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

Jorge Luis Borges

sábado, 17 de marzo de 2018

Para un combatiente del Ebro





¿Qué sabemos nosotros
de los viejos caminos llenos de barro y lodo?
¿Qué podemos nosotros recordar
de la pasada guerra,
de esos pueblos pequeños rodeados de viñas?
¿De esos bailes de pueblo
sobre las verdes eras y a la luz del carburo,
cuando el sagrado azul, el azul del crepúsculo
se queda entre las tumbas, viejas y abandonadas?

Otoño, otoño mío,
¿Qué sabemos nosotros de la guerra?
Dime por qué el azul, sagrado azul,
es el color de los que nunca vuelven,
de aquellos que partieron
una mañana antigua
por los viejos caminos llenos de barro y lodo.

Andrés Trapiello

jueves, 15 de marzo de 2018

EL SEÑORÍO DEL DOLOR





El dolor camina enceguecido y sordo
sin tomar en cuenta llantos ni súplicas
como acostumbrado a las quejas sin fin

La tristeza se ha enseñoreado de pueblos y ciudades.
El miedo duerme junto a la cuna del más pequeño
que no alcanza a entender los porqués de los mayores

Es nuestra nueva vida, se escucha decir
añorando a la esperanza
que hace tiempo voló descorazonada y triste

Los sonidos lejanos traen el traqueteo de armas de guerra
y los ruegos apagados de los desahuciados
que no comprenden quien dispuso así de su destino 

A la mañana siguiente se apilan en bolsas negras
los cuerpos desmembrados con letreros amenazantes
que convocan al silencio obligado por el bozal del terror

No hay más alegría en las fiestas ni saludos desenfadados.
El enemigo puede ser cualquiera
y la traición se agazapa buscando prebendas 
aunque besar se deba los pies del tirano
que como dueño y señor te regale un poco más de vida

Tu estancia acá no será larga, y lo sabes.
Mientras tanto, el dinero y los placeres mundanos
son tu aspiración para cada uno de los días
que te queden, los cuales no te atreves a predecir

Los planes a futuro no es cosa que perturbe 
a los sicarios, pues ellos, mas que sus victimas
saben que la muerte les ronda permanentemente
como amante tierna y consecuente
que no se aleja nunca del objeto de sus amores

Y el dolor, sigue caminando enceguecido y sordo
sin tomar en cuenta llantos ni súplicas
del pueblo, al que hace mucho,
se le acabaron los dedos con que contar los muertos...



Adelfa Martín

martes, 13 de marzo de 2018

Destino


Destino,
¿qué nombre es el tuyo,
cruel y despiadado,
que te enfrentas, altivo,
a la humanidad?
Destino,
que nos niegas el pan y la sal,
que desafías a nuestras vidas,
a nuestros horizontes,
al latido de nuestras venas.
Destino implacable,
inconmovible,
dura piedra
contra la que nos estrellamos,
pobres seres indefensos,
con las ilusiones
colgando de nuestras heridas…
Destino inhumano
que nos marcas ferozmente.
Toro asesino
que nos ensartas en tus astas
como peleles, indefensos.
¿Qué nombre es el tuyo,
granítico,
cimiento indestructible
que barres nuestros latidos,
nuestras arterias?
Ignoto destino;
a ti te son adjudicadas
todas las culpas,
todos los latigazos que recibimos
los esclavos de este mundo.
¡Ah, Destino enemigo,
rival indefendible,
adversario tenaz!
Te quisiera de frente,
cara a cara,
mis puños en tu pecho
de atleta presuntuoso
y golpearte
con mi eterna pregunta:
¿por qué?
¿Por qué esta herida
sangrante y desvelada,
vacía de respuesta?
¡Oh, Destino!
Y una y otra vez
lanzar mis puños
contra tu inexpugnable fortaleza,
hasta sentir tu sangre, ¡sangre mía!,
caliente fuego
de mi mortal miseria.

Josefina de la Torre

domingo, 11 de marzo de 2018

Jazmines y verdugos




Un pelotón de verdugos persigue
A los jazmines que danzan con la brisa
Libaneses, palestinos. Humanos.
Se les mueren los soles en los párpados
Tienen horizontes cortados con tijeras
Se alimentan de llantos succionados
Y en el alma acunan una paloma muerta.
La savia los repele y la muerte los saquea
Tienen vedados todos los firmamentos
La plegaria a un dios ensordecido surca sus jirones
Y Tánatos vence en cada batalla a Eros.
Las campanas no tañen ángelus de pétalos
Los campanarios despavoridos silban esqueletos.
Como fuegos artificiales el Poder juega misiles
Que estallan los fragores de bombardeos y de huesos.
Y ellos mueren abortando, tal flor antes de ser nacida
Pero qué, qué hago yo con mi sola voz que brama.
Millones de estrellas suicidan mis mejillas
Mientras mi alma cruza las galaxias de cedros
Para que el universo abreve nidos en cálices
Por ramos de piececitos de bebés bien nutridos
Por un cielo que dirija la orquesta del coro de ángeles
Y una cama que por el mar navegue jazmines, a la paz

Cristina Castello

viernes, 9 de marzo de 2018

Los muertos de la plaza


YO no vengo a llorar aquí donde cayeron:
vengo a vosotros, acudo a los que viven.
Acudo a ti y a mí y en tu pecho golpeo.
Cayeron otros antes. Recuerdas? Sí,
recuerdas.
Otros que el mismo nombre y apellido
tuvieron.
En San Gregorio, en Lonquimay lluvioso,
en Ranquil, derramados por el viento,
en Iquique, enterrados en la arena,
a lo largo del mar y del desierto,
a lo largo del humo y de la lluvia,
desde las pampas a los archipiélagos
fueron asesinados otros hombres,
otros que como tú se llamaban Antonio
y que eran como tú pescadores o herreros:
carne de Chile, rostros
cicatrizados por el viento,
martirizados por la pampa,
firmados por el sufrimiento.

Yo encontré por los muros de la patria,
junto a la nieve y su cristalería,
detrás del río de ramaje verde,
debajo del nitrato y de la espiga,
una gota de sangre de mi pueblo
y cada gota, como el fuego, ardía.

Pablo Neruda

miércoles, 7 de marzo de 2018

Putrefacción

Últimamente
Me ronda este pensamiento
Que este país
Ha retrocedido
4 0 5 décadas
y que todo el
avance social
los buenos sentimientos de
una persona hacia otra
se han borrado
y se han reemplazado por la
vieja
intolerancia de siempre.

Más que nunca
Tenemos
Egoístas ansias de poder
Desprecio por el
Débil
El viejo
El pobre
El desvalido.

Estamos reemplazando necesidad con
Guerra
Salvación con
Esclavitud.

Hemos desperdiciado
Los logros
Nos hemos deteriorado
Deprisa.

Tenemos nuestra Bomba
Es nuestro miedo
Nuestra vergüenza
Y nuestra condena

Ahora
Se ha apoderado de nosotros
Algo tan triste
Que nos deja
Sin aliento
Y ni siquiera podemos
Llorar.

Charles Bukowski


lunes, 5 de marzo de 2018

Vivir de cubos de basura

El viento sopla fuerte esta noche
Y es viento frío
Y pienso en los chicos
De la calle.
Espero que algunos tengan
Una botella de tinto.

Cuando estás en la calle
Es cuando te das cuenta de que
Todo
Tiene dueño
Y de que hay cerrojos en
Todo.
Así es como funciona la democracia:
Coges lo que puedes,
Intentas conservarlo
Y añadir algo
Si es posible.

Así es también como funciona
La dictadura
Sólo que una esclaviza
Y la otra destruye a sus
Desheredados.

Nosotros simplemente nos olvidamos
De los nuestros.

En cualquier caso
Es un viento
Fuerte
Y frío.


Charles Bukowski

sábado, 3 de marzo de 2018

Mudanza


A fuerza de mudarme
he aprendido a no pegar
los muebles a los muros,
a no clavar muy hondo,
a atornillar sólo lo justo.
He aprendido a respetar las huellas
de los viejos inquilinos:
un clavo, una moldura,
una pequeña ménsula,
que dejó en su lugar
aunque me estorben.
Algunas manchas las heredo
sin limpiarlas,
entro en la nueva casa
tratando de entender,
es más,
viendo por dónde habré de irme.
Dejo que la mudanza
se disuelva como una fiebre,
como una costra que se cae,
no quiero hacer ruido.
Porque los viejos inquilinos
nunca mueren.
Cuando nos vamos,
cuando dejamos otra vez
los muros como los tuvimos,
siempre queda algún clavo de ellos
en un rincón
o un estropicio
que no supimos resolver.


Fabio Morábito

jueves, 1 de marzo de 2018

A BLAS INFANTE, padre de la patria andaluza


La sombría visión del jornalero
clavó una espina en tu alma de niño,
sueños blancos de nieve y armiño
hicieron de la paz tu camino certero.


Sembraste tu semilla de nobleza
en el campo andaluz que tanto amaste,
tu corazón a los surcos arrojaste
y brotó un ideal de luz y de grandeza.


La aurora de Agosto y de flor grana
te regaló una Luna blanca y verde
para que vieras, tú, la Vega Llana.


Los crueles verdugos de tu muerte
no pudieron destruirte con pistolas
ni tapar tu verdad, ni enmudecerte.


Y agrandaron tu humanidad gigante.
Tu sangre alimentó a las amapolas.
                             Andalucía de ella bebe, Blas Infante.

Lourdes Soriano Arias