Lavémonos el pelo
y desnudemos el cuerpo.
Yo tengo y tú también
hermana
dos pechos
y dos piernas y una vulva.
No somos criaturas
que subsisten con suspiros.
Ya no sonriamos
ya no más falsas vírgenes
Ni mártires que esperan en la cama
el salivazo ocasional del macho.
Ana María Rodas
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