lunes, 23 de junio de 2014

Salió como pudo, a rastras.

Salió como pudo, a rastras.
Tosió, se sacudió la ropa.
Miró alrededor.
Se limpió las pestañas del polvo.
Se limpió la lágrima.
Se olvidó de mirar atrás
donde estaban ellos.
Se palpó la cabeza
para saberse vivo.
la rodilla con un corte
n o tan profundo como el del alma.
En las manos, aún,
conservaba la tiza
con la que antes
había dibujado un barco
al borde de la playa.
Miró alrededor
buscando una pared en pie
para seguir dibujando el puente.
En medio de la nada lisa
sólo encontró aquella superficie
y escribió su nombre
y el de su hermano
en el vientre de un obús.


Begoña Abad

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