Es un ser ominoso
que cuenta sus billetes igual que si
arrancara
pétalos de la flor de la avaricia.
Tú también lo conoces.
El dinero
vive en su corazón como el musgo en la
roca
y es su llave,
su cruz
y su destino.
Para él una moneda es una escama
del pez de la fortuna
y en sus ojos
se lee la codicia
lo mismo que en el hielo se hace
visible el frío.
Ya sabes de quién hablo.
Adonde va
lo siguen cifras rojas o azules
–tatuajes,
satélites,
arpones–
y una verdad cruel:
nada tiene valor, si todo tiene un
precio;
nadie te va a engañar si nadie está
contigo.
No sospecha que a veces cava también
su tumba
el que entierra un tesoro.
No sabe que sus números son como mis
palabras:
la piel que va a dejar entre las
sombras
la serpiente amarilla del olvido.
Tú sabes de quién hablo:
tú eres ese infeliz.
Benjamín Prado
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