Somos nosotras, mujeres pecadoras,
quienes no sentimos temor
ante la
grandeza de aquellos, los señores de hábito.
Quienes
no vendemos nuestras vidas,
quienes no inclinamos la cabeza,
ni
juntamos nuestras manos en señal de devoción.
Somos
nosotras, mujeres pecadoras;
mientras aquellos que venden la
cosecha de nuestros cuerpos,
se exaltan, se vuelven
distinguidos,
se convierten en simples príncipes del mundo
material.
Somos nosotras, mujeres pecadoras,
quienes
salimos levantando la bandera de la verdad
contra la barricada
de mentiras esparcida sobre las avenidas;
quienes encuentran
historias de persecución
apiladas en cada umbral,
quienes
se dan cuenta que esas
lenguas que podrían hablar,
han
sido cercenadas.
Somos nosotras, mujeres
pecadoras.
Incluso si la noche nos persigue
estos ojos no
habrán de apagarse.
No insistan en volver a levantar
la
pared ya construida.
Somos nosotras, mujeres
pecadoras,
quienes no sentimos temor ante la
grandeza de
aquellos, los señores de hábito.
Quienes no vendemos nuestros
cuerpos,
quienes no inclinamos la cabeza,
ni juntamos
nuestras manos en señal de devoción.
Kishwar Naheed