viernes, 15 de noviembre de 2013

TODOS ALGUNA VEZ TUVIMOS EMBLEMAS

Hemos colgado fotografías de Annie Girardot en la cabecera
de la cama
y cada noche al dormir ensayamos un diálogo amoroso.
Hemos hecho anotaciones en los libros y señalado en el margen 
el día y la hora.
Hemos creído que alguien tomaría esos libros, esas fotos, y 
vincularía fechas en busca de alianzas.
Pensamos que alguna vez se ocuparían de nosotros y fuimos 
pacientes en la espera.
Muy tarde comprendimos
que frágiles archivos somos, invisibles y puros como esos monjes 
que meditan en jardines de arena.

Rafael Felipe Oteriño

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