jueves, 31 de octubre de 2013

Elegía Africana

Somos los prodigios que Dios hizo
para probar la fruta amarga del Tiempo.
Somos muy valiosos.
Y un día nuestro sufrimiento
se transformará en las maravillas de la tierra.
Ciertas cosas que ahora me abrasan
se trocan en oro cuando estoy contento.
¿Véis el misterio de nuestro dolor:
lidiar con la pobreza
al tiempo que cantamos y soñamos cosas bellas
y que nunca maldigamos la calidez del aire
ni la fruta cuando está sabrosa
ni las luces que con suavidad rebotan en las olas?
Bendecimos las cosas hasta en el dolor.
En silencio las bendecimos.
Por eso nuestra música es tan dulce.
Hace que el aire recuerde.
Se urden prodigios secretos
que sólo el Tiempo desvelará.
También yo he oído cantar a los muertos.
Y me cuentan que
esta vida es buena,
me dicen que la viva con sosiego
con fuego, y siempre con esperanza.
Hay prodigio aquí,
y hay sorpresa
en todo lo que mueve lo invisible.
El océano está lleno de canciones.
El cielo no es enemigo.

El destino es nuestro amigo.


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