No es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la
fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de
andar telefoneando a una
farmacia
con tales quintaesencias.
Lo
que yo necesito
para entrar confiada en el vientre
del sueño
es
algún específico protector de
la fe.
¿Que le ponga un
ejemplo más
concreto?
Pues no sé... Necesito
creerme que
este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se
aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a
abrirse alguna vez
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz
del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del
mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era
eso!
Y ni siquiera
necesito tanto
—ya es menos lo que pido—;
simplemente
creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más
descuidada andaba
de esperarlo,
y supe con certeza
que sí,
que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se
desboca
es porque está latiendo sin
saberlo
desde otro muy
cercano.
Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo
que es muy tarde
para hacerle perder a usted el
tiempo
con
tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.
Carmen Martín Gaite
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