jueves, 7 de junio de 2012

Ningún perro

Ningún perro se resiste a un hueso
pero los chicos tienen hambre en este país.
Por la noche se oyen ladrar
a los perros que no han comido
pero los chicos son hijos del silencio,
los ves en el olvido de los caminos polvosos
o en las urbes mugrientas,
quizá a la vuelta de tu esquina.
Los perros tienen sociedades que los protegen,
los chicos tienen sociedades
que imaginan buenas excusas,
la imaginación dice: leyes de mercado
y nadie entiende nada pero hay que estar de acuerdo,
la imaginación dice: delincuencia juvenil
y todos se vuelven moralista,
dice: superpoblación
y superabundan los moralistas,
dice: caída del salario promedio,
línea de indigencia, desocupación
entonces la imaginación baila y se excita
y se publican hermosos estudios
con la mejor tecnología window,
dice efe-eme-i y no hay nada que hacer,
los chicos pierden todo lo que tienen
y adelgazan mientras otros engordan
y eructan satisfechos.
Por que un hueso no se le niega a ningún perro
pero los chicos deben reunir muchos requisitos,
llenar numerosos formularios,
adecuarse a las tendencias neoliberales,
hacer cursos junto a banqueros y políticos,
jurar por la patria que la historia ya fue,
y todo eso sólo
para cubrir necesidades básicas,
para llenar la canasta mínima de la sobrevivencia;
y el idioma se les hace muy complicado
la estructura los asfixia
y si aman a algún militar
no es Perón ni San Martín ni mucho menos Videla
se tatúan en el brazo el rostro del Che
y hablan su media lengua que no tiene madre ni padre.
Pero los perros ladran en la noche,
mientras los chicos son unos ojos oscuros sin brillo,
hay uno a la vuelta de tu esquina,
otro quizás ya no,
la codicia y la "imaginación"
apagó su llama débil,
pero tu mano tiene calor,
y tienen fuegos tus pasos... Pero qué estamos haciendo cuando vacilamos,
qué estamos haciendo cuando no hacemos nada.

Roberto Malatesta

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