jueves, 7 de octubre de 2010

MONROVIA 2008

Sobre las aceras, parches de gente
se quedan atrás.

De día, son como granos de arroz
a lo largo de las carreteras,

y de noche,
empapelan cuerpos lisiados
en la bosquejada oscuridad
de la ciudad rota.

Multitudes de repatriados de la guerra,
aguardando por nada,
día tras día,

esperando por nada,
después que su campo de refugiados,
después que sus ciudades de refugio

los vomitaron como porquería,
después de vagar por el globo.
Al paso de la muerte,
ellos han vuelto

semejantes a repatriados
de la muerte.
La ciudad está hambrienta, hierve,
arde como el acero.

Era usual que aquí el aire nos perteneciera
dijo una mujer,
era usual que hubiera un camino
que nos trajera de vuelta a casa.

Hoy en día, el camino de vuelta a casa se perdió
La carretera a Cabo de Palmas, rebosa
de huesos secos.

Mas por la calle,
se aproxima una marcha.
Alguien está vivo.
Alguien vive encima de esos huesos

(Traducción de Rafael Patiño Góez)

Patricia Jabbeh Wesley

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