domingo, 28 de febrero de 2010

LOS DIOSES ABANDONAN A ANTONIO

Los Dioses Abandonan a Antonio

Cuando de pronto, a medianoche, oigas
pasar el tropel invisible, las voces cristalinas,
la música embriagadora de sus coros,
sabrás que la Fortuna te abandona, que la esperanza
cae, que toda una vida de deseos
se deshace en humo. ¡Ah, no sufras
por algo que ya excede el desengaño!
Como un hombre desde hace tiempo preparado,
Saluda con valor a Alejandría que se marcha.
Y no te engañes, no digas
que era un sueño, que tus oídos te confunden,
quedan las súplicas y las lamentaciones para los cobardes,
deja volar las vanas esperanzas,
y como un hombre desde hace tiempo preparado,
deliberadamente, con un orgullo y una resignación
dignos de ti y de la ciudad
asómate a la ventana abierta
para beber, más allá del desengaño,
la última embriaguez de ese tropel divino,
y saluda, saluda a Alejandría que se marcha.

Versión de Aurora Bernárdez

lunes, 22 de febrero de 2010

Niebla

En esta niebla espesa que uniforma y disfraza
y agrisa los colores de personas y cosas,
en esta niebla fría, pegajosa, bancaria,
se está adobando Europa.

Sobre montes y leyes, sobre normas y ríos
extienden su sonrisa las multinacionales
y dan su decidido apoyo a los políticos
si resultan rentables.

Con el siempre eficaz truco del todo o nada
se le pide que asienta al pueblo soberano
que, en limpio referendo, se hace cargo del trágala
sin sentirse estafado.

Mientras echa sus redes la pesca de bajura,
una niebla adherente va camuflando Europa.
¿Qué encubre? ¿qué protege? ¿qué presagia? ¿qué incuba?
Responderá la historia.

Jesús Munárriz

sábado, 20 de febrero de 2010

Escribir es sembrar

Llegaba por las tardes, al sol puesto,
y sin decirle nada me sentaba a su lado
porque junto a su pecho se esfumaba mi angustia
y también porque olía su ropa a sol y lumbre,
a campo y honradez.

Cuando el sol era ya sólo un recuerdo
volvía del trabajo con su eterno cigarro,
con sus blancas camisas jornaleras,
y mientras preparaba mi madre agua caliente
y él ponía la radio, las noticias
o quizás un programa de flamenco
que le gustaba mucho,
yo me daba a pensar, a imaginármelo
esparciendo semilla entre los surcos
que luego el sol y el agua,
y el trigo, y la paciencia,
mudarían en verde, en espigas, en trigo,
en pan para las dulces meriendas de los niños.

Yo admiraba a mi padre, y alto, robusto, fuerte,
lo imaginaba absorto
ante el misterio verde de los primeros brotes,
feliz acariciando, con sus dedos de tierra,
la espiga ya granada.
Ya sabía yo entonces que la siembra,
más allá de las meras
e injustas relaciones laborales,
era un gesto moral, labor de hombres honrados
que brindaban con vino por la lluvia
o podían llorar en las tabernas
si los crueles botines del granizo
pisoteaban las plantas.

Por eso ahora lo imito y sigo su algo ejemplo:
Ahora soy el padre
esparzo mis palabras
en el raro silencio de un cuaderno,
les pongo el corazón y espero que germinen,
con las misma paciencia que él gastaba
y también con su angustia,
que la escritura alcance madurez cereal
y que un día alguien pueda,
como un trozo de pan y de memoria,
hacer de este poema su alimento.

Pedro Sevilla

viernes, 19 de febrero de 2010

Oración

Por cuantos atormenta el desamor
y a nadie tienen ni de nadie escuchan
una palabra de consuelo nunca,
esta oración sin dios.

Por los que no poseen y no ven
sino miserias y necesidades,
por los que pasan frío y pasan hambre,
esta oración sin fe.

Por los niños que sufren en las guerras,
por los niños que mueren en las guerras,
por los niños que matan en las guerras,
esta oración terrena.

Por quienes tienen que vender su cuerpo
para sobrevivir, y sobremueren,
por quienes ni a sí mismas se poseen,
este dolido ruego.

Por los que nacen seropositivos,
esqueletitos ávidos de vida,
por las más inocentes de las víctimas,
este escéptico ruego.

Por los que no han tenido más remedio
que renunciar a lo que más amaban,
por los que ya han perdido la esperanza,
este baldío ruego.

Por secuestrados y por torturados,
por desaparecidos, por raptadas,
violadas y clitoritomizadas,
esta plegaria en vano.

Por las esclavizadas por sus hombres,
por las prostituidas por sus hombres,
por las asesinadas por sus hombres,
esta oración de un hombre.

Por los que no poseerán la tierra,
por los que nunca subirán al cielo,
por los que no saldrán del agujero,
esta oración atea.

Por los que morirán analfabetos
de cariño, de amor, de simpatía,
por los que vivirán sin poesía
esta oración en verso.

Por los que nunca rezan, pues no tienen
ni qué rezar ni a quién ni saben cómo,
ni lo quieren, ni cantan en el coro,
este rezo rebelde.

Esto pedimos no se sabe a quiénes,
esto imploramos puede ser que a nadie,
nuestra oración como una flor se abre
de vida breve.

Jesús Munárriz

miércoles, 17 de febrero de 2010

Manifiesto

En defensa del cardo y de la ortiga,
en defensa del burro y su rebuzno
y de su condición intrascendente,

a favor de los bosques y su antiguo
modo de ser, a favor de la piedra
que el invierno cubrió de oscuro musgo,

para que vivan peces en las aguas,
pájaros en el aire, rododendros
en los jardines, luces en la noche,

y los hombres se olviden de la prisa
con que van a la nada y no se enteran,
víctimas de un progreso establecido,

para que todo cobre otro sentido
una vez asumido el sinsentido
que es todo, y concentrados en su paso

veamos sin dolor pasar el tiempo
y vivamos minutos, horas, días,
bocanadas de ser, riqueza única,

para que todo vuelva a ser sí mismo,
lo que pasó, lo que es, lo que perdura,
lo que no deja huella de su paso,

para que no dé miedo tener hijos
ni dejar de tenerlos, y el amor
vuelva a ser verdadero, a ser inmenso,

para poder tomar el sol y el aire
y sentarse en la hierba con la gente
y ponerse a charlar largo y tendido,

a favor del cansancio y del descanso,
a favor de los ciclos naturales
y de la rebeldía ante los ciclos,

por los colores y por los sonidos,
por los gustos, los tactos, los olores,
por el juego y el sueño, y los amigos,

en defensa de lo que se ha perdido,
de la paz verdadera, del sosiego,
de la palabra limpia y del silencio.

sábado, 13 de febrero de 2010

Haz lo que quieras, pero...

Haz lo que quieras, pinta como quieras,
el impoluto lienzo
pasivamente aceptará tus huellas.
Hiéndelo libremente, sin prejuicios.

Pero no te abandones a las facilidades,
no desmayes la guardia,
sé siempre muy exacto.
Que lo que digas surja desde dentro,
que las cosas se nombren a sí mismas,
que las palabras jueguen
a juegos de palabras, si les gusta,
y que tu propia vida
vaya manchando el verso con sus botas gastadas.

Jesús Munárriz

miércoles, 10 de febrero de 2010

Estados de ánimo

A veces me siento como un águila en el aire ...
( A propósito de una canción de de Pablo Milanés )

Unas veces me siento
como pobre colina,
y otras como montaña
de cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en otras como un cielo
azul pero lejano,
a veces uno es
manantial entre rocas,
y otras veces un árbol
con las últimas hojas,
pero hoy me siento apenas
como laguna insomne,
con un embarcadero
ya sin embarcaciones,
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde,
te acerques y te mires..
te mires al mirarme.

Mario Benedetti

viernes, 5 de febrero de 2010

EL ÁNGEL BUENO

Vino el que yo quería
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.

RAFAEL ALBERTI

miércoles, 3 de febrero de 2010

DIGO VIVIR Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.

(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque vivir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.

Blas de Otero